SEGUNDA VISITA AL MUSEO DEL FUEGO
CRÓNICA DE LA PRIMERA VISITA
Ubicado en la calle Ramón y Cajal de Zaragoza, el Museo del Fuego y de los Bomberos, se alberga en el que fuera el Convento de Mínimos de la Victoria, un edificio de los siglos XVI-XVII, que se utilizó tras la desamortización de Mendizábal para usos civiles hasta que se convirtió en parque de bomberos en 1900.
Precisamente, en una vitrina se exhiben trozos de vasijas y azulejos del pavimento de este antiguo convento, que ha cedido la Universidad de Zaragoza para su difusión entre los visitantes de este museo.
En sus instalaciones se exponen bombas de tracción animal y de vapor y en el claustro del edificio están colgada distintas mangueras y varias piezas restauradas. Entre ellos, una escalera extensible, un vehículo de Bomberos de Zaragoza de 1945, otro del Ayuntamiento de Huesca y también otro de Teruel.
Entre estos materiales hay elementos de todo tipo…mangueras, escaleras, coches y tanques de agua, destacando un "Merry Wheather" que es "emblemático" de los bomberos de Londres. Data de finales del siglo XIX está hecho en madera pintada en rojo que conserva hasta el tubo original de cristal que conecta dos grifos del tanque de latón.
También, como pieza curiosa, el Museo ha rehabilitado una camilla con ruedas para transportar difuntos, la cual data de 1850 y perteneció a la Compañía de Bomberos de Madrid. Era un aparato muy habitual en esa época ante las numerosas epidemias de cólera o tuberculosis que hubo en esos años. Está hecha de hierro, madera pintada de rojo, el asidero es de porcelana blanca; La estructura perimetral es acolchada de piel rellena de paja y posee un orificio central para la evacuación de los fluidos del cuerpo, además de correajes de cuero para sujetar al difunto.
La actividad ha tenido una gran acogida en los participantes, mostrando interés por los conceptos expresados, efectuando continuas preguntas y aclaraciones a nuestro guia, un experimentado bombero, que ha conjuntado la sabiduría profesional, con una notable vis cómica y don de gentes, dando instrucciones prácticas, tanto del uso básico de un extintor, como de hacer frente a incidencias de tipo casero…Una instructiva y productiva jornada disfrutada por los/las asistentes.