Segunda excursión a Mora de Rubielos y Rubielos de Mora

EXCURSIÓN A MORA DE RUBIELOS Y RUBIELOS DE MORA

24 DE ABRIL DE 2015

Cuando todavía mantengo intacto el dulce sabor de la visita a Mora y Rubielos, cuando no ha desaparecido de mi memoria ni un ápice de lo vivido ese día, recordando la amabilidad  de las simpáticas, documentadas y buenas comunicadoras guías (Consuelo en Mora de Rubielos y Laura en Rubielos de Mora), de la eficacia y profesionalidad de Cristian, nuestro conductor: siempre alegre y puntual; y como olvidar a mis compañeros de excursión: hombres y mujeres, que en su compañía disfruté de un día especial, difícil de olvidar.

Fue una excursión muy atractiva que comenzó en Mora de Rubielos saboreando el arte gótico de lo que fue su Colegiata, ahora iglesia parroquial. Construcción sobria del gótico levantino que vale la pena visitar. Consta de una sola nave dividida en cinco tramos por bóvedas de crucería, terminada en cabecera con tres ábsides poligonales de cinco lados. En su interior se respira sobriedad y recogimiento. La iglesia fue quemada en nuestra guerra civil, no quedando nada en su interior a excepción de sus muros y bóvedas.

Más tarde, de la mano de Consuelo nuestra amable guía, repecho liviano para visitar el Castillo Palacio de los Fernández Heredia, monumental construcción de sillería y mampostería, sobria como buen edificio gótico, en el que pudimos comprobar el exagerado grosor de sus muros y la magnificencia frugal, pero esplendida, de sus sótanos. Además, de tomar conciencia del vivir cotidiano de aquellos sus antiguos moradores.

Callejeo por el pueblo para admirar arcos y portales: de las Monjas, de las Eras, de Teruel, con arcos de medio punto al exterior y rebajados al interior; fachadas y hermosos ventanales. No olvidar la gastronomía hornera, de la que pudimos dar buena cuenta.

Muy buena comida en el restaurante Jaime I de Mora de Rubielos, con la habitual y agradable  sobremesa.

Con estricta puntualidad y disciplina por parte de todos, emprendimos el corto trayecto en autobús camino de Rubielos de Mora, donde nos esperaba Laura. Después de una breve explicación y bienvenida en el ayuntamiento, construcción renacentista del siglo XVI y la antigua lonja del pueblo, recorrimos las diferentes calles y plazas de este magnífico pueblo distante de Mora de Rubielos tan solo 13 kilómetros, y que si Mora fue morada del señor, Rubielos lo fue de nobles y ricos terratenientes, donde la burguesía edificó sus casas palacio, presentes en todas las calles y plazas de la localidad, con hermosas fachadas, portales de magníficos dinteles y arquerías engoladas, ventanas con arcos conopiales y forjas exquisitas, así como, aleros que realzan los frontispicios elevados de los palacios de manera espectacular. No hay en este pueblo calle ni plaza que no sorprenda por sus ricas construcciones.

Visitamos la iglesia de Santa María la mayor, construcción barroca de una sola nave con capillas laterales cubiertas por bóvedas de cañón. Digno de ver es el retablo gótico de esta ex colegiata, con escenas de la vida de la Virgen María. Este retablo tuvo la suerte de salir indemne de los desatinos de la Guerra Civil, al contrario que lo sucedido en Mora de Rubielos.

Es de resaltar las esculturas de Gonzalo Vives, la fuente de la negrita y el monumento al toro embolado, que engalanan sus plazas, y la fundación museo del pintor Salvador Victoria Marz, que acoge la obra de este pintor y alguna obra seleccionada de entre sus muchos pintores allegados.

Dos pueblos extraordinarios por su contenido histórico y cultural, hermanados por la proximidad y por la comarca de Gudar-Javalambre con todo su atractivo turístico.

Con ese sabor agradable que deja la buena acogida y el trato considerado, así como la convivencia amiga y entrañable con personas afines y respetuosas, regresamos a Zaragoza cuando empezaba a declinar un interesante e intenso día.

Eloy López Gurría

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