Crónica de la VISITA A LA IGLESIA DEL SEMINARIO DE SAN CARLOS

En pleno centro de Zaragoza hay un magnífico edificio, enorme y monumental. Es el antiguo Colegio de la Inmaculada y el Padre Eterno, que, tras la expulsión de los jesuitas, a los que pertenecía, en 1767 se convirtió en Real Seminario de San Carlos Borromeo. Este conjunto se sitúa justo en frente de la Casa de los Morlanes y muy cerca del Museo del Teatro Romano.

Todo el mundo sabe dónde está, pero estar, lo que se dice estar… mucho menos. Eso sí, es vox populi que es uno de los interiores más impresionantes de la ciudad, y que precisamente por eso está solicitadísimo para casarse allí. De hecho, uno de los comentarios más repetidos en relación con esta iglesia es: “Yo estuve allí en una boda “.

Este lugar tiene una larga historia. Para empezar, si retrocediéramos quinientos y pico años nos encontraríamos aquí con la sinagoga mayor de la ciudad, pues estaríamos en pleno centro de la judería. Tras la expulsión de los judíos en 1492 quedó abandonada, hasta que décadas después la compraron los jesuitas. Durante un tiempo la utilizaron como capilla, hasta que construyeron su colegio y la tiraron para hacer la iglesia. Por aquí pasaron jesuitas tan ilustres como Baltasar Gracián, uno de los escritores fundamentales del Barroco español, que dio clases en sus aulas y escribió aquí algunas de sus obras; o San José de Pignatelli, que fue uno de los principales artífices de la restauración de los jesuitas después de su desaparición.

La Iglesia de San Carlos, de estilo tardo-renacentista, se encontraba en el Barrio de la Magdalena entre las calles San Vicente de Paúl y el Coso bajo, y forma parte del conjunto monumental del Real Seminario de San Carlos Borromeo.

La iglesia se fue enriqueciendo a lo largo del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, hasta convertirse en uno de los conjuntos más espectaculares y mejor conservados en la actualidad del Barroco español. A finales del siglo XVII, los duques de Villahermosa construyeron aquí una magnífica capilla para enterrarse, que entre otros tesoros artísticos cuenta, además de las dos tumbas monumentales de los duques, con un conjunto de cuadros de Vicente Berdusán.

Poco después, a principios del siglo XVIII, se redecoró la iglesia con una estética barroca muy cercana al gusto del rococó. Sorprendentemente, y a pesar de que durante los Sitios voló justo aquí al lado un polvorín que se llevó por delante parte del edificio, esa decoración se ha conservado íntegramente y convierte la iglesia es una especie de fabuloso cofre del tesoro.

Aunque para todo hay gustos, pues en pleno siglo XVIII Antonio Ponz, mucho más clásico y austero, digo de ella que “haga usted cuenta que viene a ser una tienda de espejero”. En cualquier caso, más que el valor individual que pueda tener cada una de las piezas lo verdaderamente impresionante es el conjunto, que constituye un auténtico viaje en el tiempo.

Aquí no acaba la historia del edificio, ni mucho menos. En 1767 fueron expulsados los jesuitas de España, y su antiguo colegio se convirtió en Real Seminario de San Carlos Borromeo, una institución que ya existía y que se trasladó aquí, un seminario sacerdotal, que no es lo mismo que uno de novicios, ese estaba en la plaza de la Seo hasta que se trasladó al edificio de Casablanca, el que hoy ocupa el Ayuntamiento. Hoy el antiguo colegio es, también, residencia de sacerdotes. En fin, una mezcla así de Historia, Arte, Literatura y en pleno centro de Zaragoza, por lo que se merece una visita detenida. Por eso os proponemos que nos acompañéis a descubrir este lugar fascinante.

La fachada de ladrillo que preside la plaza de San Carlos, es compartida por la iglesia y el seminario, destacando su sencilla portada barroca junto con su torre-campanario. La Iglesia del Real Seminario, tras su humilde exterior, esconde en su interior un auténtico tesoro barroco, considerado como uno de los de mayor esplendor de toda la ciudad.

La iglesia es de visita obligada, de gran belleza en su interior…, asombra su recargada decoración formada por elementos góticos, platerescos y barrocos.

Además de todo el conjunto que lo integra, destaca su retablo mayor, los púlpitos barrocos y la capilla de San José, fácilmente reconocible ya que se encuentra tras las verjas doradas situadas a la derecha nada más entrar al templo. En el interior de la capilla de San José se conservan seis cuadros de Vicente Berdusán. Como anécdota, en la actualidad se celebran en la misma, ceremonias conmemorativas de bodas de oro para las parejas y familiares que lo solicitan.

Las actividades desarrolladas en esta jornada han tenido una gran acogida participativa en los participantes, mostrando interés por las explicaciones del profesor Juan Carlos Lozano López y el sacerdote director del Real Seminario, efectuando continuas preguntas y aclaraciones…Una instructiva y productiva jornada.

Miguel Hernández.
Curso Tercero B – Vocal visitas AMUEZ.

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